Dale al play para disfrutar completamente de la entrada oyendo la musiquilla ;p
Vamos a adentrarnos en el Parque Nacional de la mano de los recuerdos que van aflorando con cada paso, con cada foto... Pues bien, todo comienza con un viaje interminable que me ocupó casi la totalidad del día 1. Entre los recovecos que dejaron los trasbordos gocé de un par de horas por Sevilla donde pude ver la Torre del oro y La maestranza. Ya en el bus de camino a Matalascañas, pasé por el pueblo de El Rocío, del que hablaremos en próximos episodios pero que ya desde ahí me dió la sensación de que no estaba ante el típico pueblo. Según me iba acercando a mi destino, me llamó la atención que prácticamente en cada poste de la luz había un ave rapaz posada...ratoneros, milanos...me estaban dando la bienvenida y me preparaban para lo que sería el resto de días.
La llegada fue bastante tardía y entre instalarnos e ir a cenar tampoco hubo tiempo para mucho más. Prontito a la cama porque al día siguiente íbamos a empezar con lo bueno.
Para ello, charla mañanera para situar las cabezas y dejar claro que no estábamos en un lugar cualquiera, estamos en Doñana y aquí los sentimientos biológicos vuelan. Así que, no nos quedaba otra que montarnos en el Land Rover y dar una primera vuelta de aproximación al parque.
Parque Nacional de Doñana. En la foto podéis ver, dos ciervos en primer término, una pareja de caballos en la orilla de la laguna y en la propia laguna flamencos y espátulas.
Libélula.
Nos dirigimos a una laguna donde, antes de llegar ya nos sobrevuela un milano real, y justo al parar podemos ver ciervos, caballos y un bando de flamencos y espátulas como los animales más evidentes. Tras un reconocimiento más exhaustivo descubrimos una garza imperial, avefrías, muuchos limícolas, gamos...y meloncillos!! Cuatro de ellos bebiendo en la orilla. Toda una sorpresa porque es uno de los mamíferos más difíciles de ver de la península.
No se ven muy bien pero...¡son meloncillos!
Tras ello fuimos al Palacio de Doñana donde vimos algunos de los bonsáis de la colección de Felipe González, el cual pasaba sus vacaciones allí y donó parte de sus plantas a la Estación biológica. Pasamos a la biblioteca que es como un paraíso de libros, me hubiera quedado leyendo cualquiera! Y seguimos con nuestra particular ruta que nos llevó hasta el Malecorro donde estaban un grupo de la estación biológica anillando y con los cuales estuvimos un ratillo viendo como anillaban papamoscas cerrojillos y pechiazules...entre otros.
Pechiazul listo para anillar.
Por la tarde, paseíto por el centro de interpretación de El Acebuche donde gozamos con un martín pescador, con espátulas, con agujas colinegras, con jabalís, garcetas...es tanta la variedad que me dentendré a tiempo, ahora que todavía no han llegado los bostezos jeje.
Centro de interpretación de El Acebuche.
Uno de los jabalíes que vimos.
Aguja colinegra.
Esta primera entrega la contemplo como los primeros días que pasé allí, de presentación. Descubriendo a cada paso que das un lugar que en cada rincón tiene una sorpresa que ofrecer...Enigmático, como la niebla que cubría el bosque cada mañana...
Vaya, la verdad es que me emociono al leer tu experiencia en Doñana, sobre todo porque se ve que a ti te emociona de verdad y lo trasmites al escribir!!
ResponderEliminarEstaré atenta a las siguientes entradas!!
Ana (Córdoba)