Ya en el coche pudimos observar algunos abejarucos (Merops apiaster) reposando en los cables del tendido eléctrico que como siempre rompían la armonía del paisaje.
Y nada más llegar nos saludó una abubilla (Upupa epops) cruzando el camino en algo que se está empezando a convertir en algo habitual, porque si os fijáis siempre es el primer pájaro que se nos cruza. ¿Será una señal? Hay que decir que Valverde no es un lugar donde abunden los pájaros, más bien son los insectos los que dominan el territorio aéreo y es que había unas libélulas del tamaño de la palma de mi mano. ¡Una pasada! Y qué decir de las mariposas que nos rodeaban por docenas.
Llegando casi al final de la ruta, donde está el salto de agua conocido como La Chorrera, a la derecha pudimos ver una colonia de aviones comunes (Delinchon urbica) que anidan en la pared rocosa y sobrevuelan el entorno a velocidades de vértigo.
Después de la comida y mientras mis acompañantes sesteaban un poquillo, me fuí a explorar los alrededores y me encontré con el gran protagonista alado del día: un mosquitero común (Phylloscopus collybita) que revoloteaba juguetón por el curso de agua. Creo que lo he identificado bien como mosquitero común pero no estoy al 100% seguro, por lo que si hay algún error, os agradecería que me corrigiérais. Pues este pequeño pajarillo estuvo el espacio de cinco minutos de uno a otro de los matorrales que rodeaban el pequeño arroyo, hasta que se perdió en la espesura.
Más tarde nos trasladamos a Majaelrayo, que es otro pueblo de la ruta de la arquitectura negra, quizás el segundo más famoso tras Valverde, donde terminamos la tarde entre golondrinas comunes (Hirundo rustica) y merendamos en un portalillo donde anidaban gorriones comunes (Passer domesticus) que entraban recelosos en los recovecos donde tenían sus nidos, igual pensaban que íbamos a hacerles algo a sus polluelos y nosotros a esas horas y tras un día de sol arrollador sólo teníamos ojos para nuestra tortilla de patatas.
De regreso y ya desde el coche se nos cruzaron tres perdices rojas (Alectoris rufa) y un vigoroso cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) deleitándonos con su típico vuelo cernido. ¡Hasta la próxima!
Y nada más llegar nos saludó una abubilla (Upupa epops) cruzando el camino en algo que se está empezando a convertir en algo habitual, porque si os fijáis siempre es el primer pájaro que se nos cruza. ¿Será una señal? Hay que decir que Valverde no es un lugar donde abunden los pájaros, más bien son los insectos los que dominan el territorio aéreo y es que había unas libélulas del tamaño de la palma de mi mano. ¡Una pasada! Y qué decir de las mariposas que nos rodeaban por docenas.
Llegando casi al final de la ruta, donde está el salto de agua conocido como La Chorrera, a la derecha pudimos ver una colonia de aviones comunes (Delinchon urbica) que anidan en la pared rocosa y sobrevuelan el entorno a velocidades de vértigo.
Después de la comida y mientras mis acompañantes sesteaban un poquillo, me fuí a explorar los alrededores y me encontré con el gran protagonista alado del día: un mosquitero común (Phylloscopus collybita) que revoloteaba juguetón por el curso de agua. Creo que lo he identificado bien como mosquitero común pero no estoy al 100% seguro, por lo que si hay algún error, os agradecería que me corrigiérais. Pues este pequeño pajarillo estuvo el espacio de cinco minutos de uno a otro de los matorrales que rodeaban el pequeño arroyo, hasta que se perdió en la espesura.
Más tarde nos trasladamos a Majaelrayo, que es otro pueblo de la ruta de la arquitectura negra, quizás el segundo más famoso tras Valverde, donde terminamos la tarde entre golondrinas comunes (Hirundo rustica) y merendamos en un portalillo donde anidaban gorriones comunes (Passer domesticus) que entraban recelosos en los recovecos donde tenían sus nidos, igual pensaban que íbamos a hacerles algo a sus polluelos y nosotros a esas horas y tras un día de sol arrollador sólo teníamos ojos para nuestra tortilla de patatas.
De regreso y ya desde el coche se nos cruzaron tres perdices rojas (Alectoris rufa) y un vigoroso cernícalo vulgar (Falco tinnunculus) deleitándonos con su típico vuelo cernido. ¡Hasta la próxima!
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