miércoles, 22 de febrero de 2012

Siempre hay alguien a quien culpar...

Es indignante que en pleno año 2012 en vez de aceptar las responsabilidades y poner remedio a ciertos problemas medioambientales se sigan buscando cabezas de turco culpando a quien no tiene medios para defenderse. Ni culpa en lo que se le imputa. Tal es el caso de los cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo) en Asturias. Su único delito es estar presente en un ecosistema degradado por otros, que no aceptan su culpa.

Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) secándo su plumaje al sol.

En una resolución de la Coserjería de Agroganadería y Recursos Autóctonos del Principado de Asturias se permite dar caza a 240 cormoranes grandes hasta mediados de Abril en siete ríos asturianos. La escusa: proteger las especies de salmónidos (truchas y salmones) en los ríos asturianos. No seré yo quien niegue que las poblaciones de estos peces están en declive y necesitan un plan de actuación, pero la medida adoptada es como disparar al aire, peor si cabe, puesto que en vez de promover la biodiversidad, ataca a más especies. 

Si hubiera un mínimo de cordura, habrían captado que el verdadero problema de esas especies piscívoras es el deterioro de los cauces de los ríos, la contaminación de éstos, la proliferación de presas que hace imposible que puedan remontar el cauce para desovar y años de una sobrepesca atroz. La medida aceptada parece más bien una forma de aplacar las voces de unos pescadores que ven cómo los ríos se desangran faunísticamente y sus redes y cañas cada vez quedan más vacías por la codicia y la mala gestión de unos ecosistemas frágiles donde ellos han sido también actores principales del exterminio. En toda esta película, el cormorán grande, especie no cinégetica para más inri, carga con las consecuencias de un mirar para otro lado, de una desviación de la atención para no atajar el verdadero problema, que se han saboteado los ríos y ahora no se quiere hacer nada para devolverles su riqueza. O quizás resulte demasiado caro.