jueves, 1 de julio de 2010

Águilas culebreras

Siempre es un placer toparte con cualquier animal. Más especialmente si es algún tipo de ave rapaz y ultimamente la ilusión se acrecenta si se trata de un águila culebrera o culebrera europea (Circaetus gallicus). De un tiempo a esta parte, estos animales alados me tienen enamorado.


Ya sólo la mirada que tienen valdría para hechizar a la gran mayoría de mortales pero si indagas en su biología no deja de asombrarte su increíble especialización. Una familia de águilas culebreras en época de cría, necesita capturar al menos cinco culebras o serpientes diarias. Querid@s lectores (qué bien queda decir esto siempre jeje), no sé con qué frecuencia van ustedes al campo, pero yo las veces que salgo, si consigo ver una culebra al día puedo resumir esa jornada como de un gran éxito herpetológico. Es cierto, no es fácil ver serpientes en el campo y que estas águilas sean capaces de capturar cinco diarias es algo que o bien me indica que soy un ciego en el mundo reptiliano o que estos pájaros son un verdadero prodigio de la naturaleza.

Las salidas al campo en invierno pierden un poco la gracia porque al tratarse de animales migradores, las águilas culebreras cruzan el estrecho para pasar el invierno en tierras africanas. Es lógico puesto que aquí las culebras se retiran a su cálido cobijo en los meses en los que el clima se recrudece. Asi que es momento de disfrutar del vuelo de las culebreras, como pudimos hacer el otro día en el Parque Natural de Peñalara. Aunque ya lo señalé en la entrada anterior, me apetecía dedicarle su merecido homenaje a esta especie.

Todo comenzó cuando de detrás de una loma vimos aparecer un águila calzada de fase clara con un pajarillo capturado entre sus patas (ya enseñaré esa foto). Ésta se fue planeando a lo largo del valle y de la misma loma por arte de magia apareció la primera de las águilas culebreras que vimos. Giró varias veces prospectando el terreno y aprovechando, casi con total seguridad, alguna eficaz corriente térmica, para luego perderse en dirección a la montaña.


Más tarde, una segunda águila culebrera hizo aparición y nos sobrevoló por encima en un vuelo mucho más rápido y dirigido, con rumbo hacia donde habíamos comenzado nuestra ruta, pero nos fue imposible seguirle la pista durante mucho tiempo. A pesar de ello, en el poco tiempo que se dejó ver, aún pudimos echarle alguna que otra foto.

Espero que siga teniendo encuentros interesantes con esta especie. ¡Ojalá llegue el día que la vea enfrentarse a un ofidio en vivo y en directo!

2 comentarios:

  1. Que emoción!!!

    Pero vimos otra después, no? Creo recordar que vimos dos, tal y como dije, jijijiji

    A mí también me molan mucho las culebreras!!!!!

    Muy buenas fotos, y eso que tuviste poco tiempo.

    Ana (Córdoba)

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  2. Sí, dos en total. De hecho en las fotos aparecen las dos, fíjate que una tiene la cola incompleta (cerca de las patas) y la otra la tiene completa (la primera que vimos). Casi todas las fotos son de la segunda, vamos, a la que le falta una pluma. Son unos bichos chulísimos!

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